miércoles, 24 de septiembre de 2008

Encierro

El cerro, el edificio, la bruma del mar subiendo cuesta arriba, la luz tenue del faro en las rocas, no es más que una baldosa carcomida por la humedad. El camino entre las zarzas del bosque, el claro donde se mueven en círculos las sombras de los cuervos, buscando el animal muerto, escondido bajo algún tronco, solo manchas de barro en el piso con mugre excesiva.A la noche veo caras sobre mí, contándose historias, la luz de la luna entra por la ventanita cercana al techo, las nubes quitan claridad y le dan vida a esas caras, y veo batallas, gárgolas planeando su venganza en contra de los hombres, que las convirtieron en piedras y las dejaron resguardando edificios abandonados, demolidos por el progreso para ser sucursales de casas de venta de celulares. Todo se trastorna a la hora del crepúsculo, mis dedos congelados y mis ojos heridos por la tenue claridad del tubo fluorescente, la pereza, la terquedad en no salir más de este lugar, soportando el frío, las horas que pasan dejando su carga de tragedia y desastre natural. Pasan las horas y no sé qué hacer, qué actitud tomar, hacia donde huir, si mantener la postura rígida en la silla, escuchando el mundo que pasa inagotable afuera…Poco a poco la batalla entre la mancha de humedad y el hollín acumulado en el rincón va llegando a su fin.Yo sigo encerrado, desde hace muchísimos años, solo sé que algo pasa ahí afuera por los ruidos de autos y alarmas de comercios sonando en la madrugada…

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