miércoles, 24 de septiembre de 2008

Simón

“Por las calles de la Babylon camina un muchacho con aspecto de llamarse Luis, o Ricardo, o Luis Ricardo, pero a quién llamaremos Simón, pero por nada en particular, simplemente es más sonoro que los anteriores. Va recto, con pasos largos, los brazos balanceándose para darle equilibrio al andar. Simón no lleva lentes oscuros y mira hacia arriba y adelante, algo extraño, si se fijan en el sol, que cae con fuerza sobre las personas que van por las calles de Babylon, en esta mañana veraniega. Todos sudan. Todos menos Simón. La última leyenda urbana, puesta a circular por el poeta anarquista Sergio Sarríes, refiere a un hombre condenado a vagar por siempre, sin poder salirse de la ciudad, sin detenerse, sin que nada ni nadie llame su atención, sin que rompan su indemne indiferencia ni el ejército de repartidores de folletos ni los tenaces vendedores de objetos inservibles y falsificados. Dicen, Sarríes y sus amigotes del Bar “Caléndulas en Agosto”, que este hombre no puede detenerse porque aún no encontró el amor. Pero no es el caso de Simón, él ya encontró una vez el amor, y lo perdió, y ahora camina porque está apurado, porque no llegará en hora a su trabajo y será amonestado, por tercera vez. En una esquna cualquiera Simón cruza sin mirar a los lados y un automovilista, que lo confunde con el personaje de la leyenda de Sarríes, no puede detener su coche y lo atropella. Los huesos de Simón crujen bajo las ruedas, su cráneo se raja y su cuerpo inerme golpea contra el cordón. El automovilista acelera y huye de la escena, pensando que hay escapatoria para los cobardes.La anciana sale como todos los días a tirar la basura, pasa junto a Simón sin fijarse en él, sin ver la sangre. Piensa: “Otro borracho tirado en la calle”.El sol se oculta tras una nube y la vida en la Babylon sigue.”

No hay comentarios: